Lo imposible pero verdadero: a qué llamamos literatura especulativa
Hay al menos tres formas de definir "ficción especulativa".
La formulación original la toma como un subconjunto de la ciencia
ficción. Este enfoque se puede remontar a Robert A. Heinlein, quien
acuñó el término "ficción especulativa" en 1941, popularizado a través de su ensayo de 1947 "Sobre la escritura
de la ficción especulativa". La ficción especulativa, propuso Heinlein, captura la máxima
aspiración de la ciencia ficción e incluye sus obras de gran
calidad. Definidas como narrativas relacionadas no tanto con la
ciencia o la tecnología como con las acciones humanas en respuesta a
una nueva situación creada por la ciencia o la tecnología, la
ficción especulativa resalta un problema humano más que
tecnológico. Este enfoque lo diferencia claramente de la ciencia
ficción popular y formulada. En el extremo de la crítica
de Heinlein estaba el tipo de ciencia ficción, o ciencia,
popularizada por la primera revista estadounidense de ciencia ficción
pulp, Historias increíbles de Hugo Gernsback. El
interés de Gernsback radicaba en la
maravilla del progreso y las maravillas tecnológicas del futuro, a expensas de la viabilidad científica y el desarrollo
humano. El uso de Heinlein de la ficción
especulativa excluía no
solo la ciencia ficción de la ciencia ficción dura, sino también la fantasía, el terror
y otros géneros no miméticos. Aunque su definición cayó en desuso a fines de la década de 1960, el término
en sí fue adoptado por varias tradiciones de protesta dentro del
campo de la ciencia ficción. Fue defendido por Judith Merril,
por ejemplo, ayudando a crear ficción feminista especulativa de la
década de 1970 y ha seguido siendo una influencia duradera en varias
escritoras, incluidas Ursula K. Le Guin, Doris Lessing y Margaret
Atwood. Además, la noción central de Heinlein -que la "ficción
especulativa" es un sinónimo de "ciencia ficción"-
no ha sido cuestionada hasta hace muy poco tiempo.
El segundo
enfoque ha sido abordar la ficción especulativa como una categoría opuesta a la ciencia ficción. La
principal defensora de este enfoque ha sido Margaret Atwood, quien comenzó a usar
"ficción especulativa" a fines de la década de 1980 como
un término que describe adecuadamente sus novelas distópicas como The Handmaid's Tale (1986) u Oryx y Crake (2003), también El
año de la inundación (2009). Sostiene que la ciencia ficción incluye
historias sobre eventos que posiblemente no puedan suceder, como la
invasión marciana y escenarios similares en la tradición de H. G.
Wells. La ficción especulativa, en cambio, se refiere a narraciones
sobre cosas que potencialmente pueden tener lugar, a pesar de que aún
no han sucedido en el momento de la escritura.
La tercera perspectiva proyecta la "ficción especulativa" como un término indispensable para las obras contemporáneas dentro del campo fantástico, la mayoría de las cuales combina géneros que no pueden ser descriptos con herramientas y categorizaciones antiguas.
Avance para la revista Líneas de cambio
(Ilustración de Víctor Grippoli)
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